Atlético Tucumán bajó el telón del torneo Apertura con una victoria agónica por 1 a 0 frente a Lanús, gracias a un gol salvador de Franco Nicola en los minutos finales. El tanto no alcanzó para sellar la clasificación a los playoffs, pero sirvió para oxigenar a un equipo que venía golpeado y necesitaba despegarse del fondo de la tabla.
La campaña, marcada por la irregularidad y las dudas, quedó sepultada en medio de la euforia por el triunfo, aunque la alegría duró poco. En el Monumental José Fierro, el desahogo de los hinchas se mezcló con el hartazgo: el grito de gol fue seguido por el cántico contundente contra la comisión directiva. “El ‘Deca’ va a salir campeón, el día que se vayan todos los de la comisión…”, tronó desde las tribunas.
Con el cierre de un ciclo que dejó más preguntas que respuestas, el foco ahora se traslada al futuro inmediato. El reclamo es unánime: el plantel necesita refuerzos de jerarquía. Y mientras la dirigencia vuelve a estar en el ojo de la tormenta, el mensaje de la gente retumba claro y fuerte: sin cambios estructurales, no hay ilusión que aguante.
Ahora, el club ingresará en una etapa de pausa competitiva. No hay fechas definidas para el partido ante Boca por Copa Argentina, y el inicio del segundo torneo del año será recién a fines de julio. Esas semanas deberán servir para repensar el proyecto, definir bajas y altas, y sobre todo acertar en el mercado. Porque el equipo no debería volver a arrancar con la calculadora en la mano y la mirada puesta en la tabla del descenso. Eso termina por condicionar el rendimiento de los jugadores.
Está claro que el partido no fue el más vistoso, Lanús -con la clasificación en el bolsillo- fue un equipo muy timorato, recién con los ingresos de Marcelino Moreno, Walter Bou y Eduardo Salvio se adelantó en el campo de juego y amenazó, pero no generó peligro en el arco de Juan González. El «Decano», por su parte, tuvo un penal a favor que Leandro Díaz pateó muy mal y quedó en las manos de Nahuel Losada.
Pusineri y su cuerpo técnico fueron los primeros en estallar: gritaron el gol anulado por un presunto offside mientras el VAR aún revisaba la jugada. Fue un desahogo visceral, contenido durante más de 90 minutos de tensión.
Aunque no había objetivos concretos en juego, al menos en lo inmediato, el paso del empate a la victoria significó mucho más que un simple cambio en el marcador. El triunfo llegó como un bálsamo para cerrar un torneo que amenazaba con terminar en pesadilla.
Atlético se despidió del Apertura con un suspiro de alivio, pero los números no engañan: sigue hundido en el puesto 22 tanto en la tabla general como en la de los promedios. Alivio, sí, pero también conciencia de que esto no alcanza.