Con el corazón de la cristiandad como escenario, el mundo entero aguarda el resultado de la primera votación del Cónclave que definirá al nuevo líder de la Iglesia Católica. Los cardenales, reunidos a puertas cerradas en la Capilla Sixtina, debaten y eligen bajo el estricto protocolo que rige esta ceremonia milenaria.
Mientras tanto, la Plaza San Pedro está colmada de fieles y turistas que miran hacia el cielo en busca de una señal. Esa señal es el humo: si es blanco, habrá nuevo Papa; si es negro, la votación no alcanzó el consenso necesario.
La atención global también se traslada a las pantallas. Más de 120 mil personas siguen en simultáneo la transmisión oficial del canal del Vaticano, que desde hace más de media hora mantiene una cámara fija enfocando la chimenea de la Capilla Sixtina, convertida en símbolo de expectativa y esperanza.
El momento es histórico. La elección del nuevo sucesor de Pedro no solo moviliza a los católicos, sino que despierta el interés de líderes mundiales, medios de comunicación y creyentes de distintas religiones. La Iglesia Católica, con más de mil millones de fieles en todo el planeta, vive una transición clave.
En estos minutos decisivos, la mirada del mundo se posa sobre ese pequeño ducto, donde el humo podría marcar el inicio de un nuevo capítulo para la Iglesia.

