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miércoles, octubre 15, 2025
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El regreso del horror: el femicida Pablo Amín volvió a caminar por Tucumán

Por las calles de Tucumán vuelve a circular un nombre que heló la sangre de una provincia entera. Pablo Maximiliano Amín, el hombre condenado a prisión perpetua por el femicidio más atroz de las últimas décadas, recuperó parcialmente la libertad y hoy disfruta de salidas transitorias, un beneficio que para muchos representa una afrenta al sentido común, a la justicia y a la memoria de su víctima, María Marta Arias.

El solo nombre de Amín remite al espanto. En octubre de 2007, en una madrugada de furia descontrolada en el hotel Catalina’s Park, estranguló, mutiló y desfiguró a su esposa, de apenas 23 años. La escena fue tan brutal que ni los investigadores más experimentados lograron borrar su impacto.

El asesino fue sorprendido desnudo, cubierto de sangre y en aparente delirio, mientras arrastraba el cuerpo por los pasillos del hotel. La autopsia reveló una sevicia que estremeció incluso a los forenses: María Marta fue torturada y le arrancaron los ojos.

Amín intentó sostener durante el juicio una estrategia basada en la inimputabilidad. Alegó un brote psicótico y fingió comportamientos delirantes, pero los peritajes desbarataron su simulacro: los psiquiatras confirmaron que no estaba loco, sino que era un manipulador con rasgos antisociales. Fue condenado en 2009 a prisión perpetua por homicidio agravado por ensañamiento.

Sin embargo, el paso del tiempo y la letra fría de la ley abrieron una grieta difícil de digerir. En 2023, la Justicia le otorgó salidas transitorias, pese a la férrea oposición del Ministerio Público Fiscal y del entorno de la víctima. El argumento fue su “buena conducta” intramuros y la aparente estabilidad emocional demostrada en el penal de Villa Urquiza. Desde entonces, Amín sale dos veces al mes, durante tres horas, bajo custodia.

Una libertad que indigna

Para los familiares de María Marta y los colectivos de mujeres, esta decisión reabre una herida que nunca cerró. “Verlo en la calle es como revivir el crimen”, dicen. La imagen del femicida caminando libremente por las mismas calles donde alguna vez desató su furia genera miedo, enojo y sensación de impunidad.

Los informes psicológicos del penal advierten que Amín sigue sin asumir su responsabilidad, que abandonó por decisión propia la medicación psiquiátrica y que conserva una personalidad impulsiva y manipuladora. Pese a eso, la normativa de ejecución penal permite este tipo de beneficios, incluso en condenas a perpetua.

Una amenaza latente

El caso de Pablo Amín se transformó nuevamente en un símbolo del riesgo que implica la laxitud del sistema penitenciario argentino. Expertos en criminología advierten que este tipo de beneficios, otorgados a perfiles peligrosos y no resocializados, ponen en jaque la seguridad pública y desvirtúan el sentido de la pena.

El debate vuelve a instalarse: ¿de qué sirve una condena a perpetua si, menos de dos décadas después, el asesino puede salir a respirar el mismo aire que sus víctimas?.

La Justicia sostiene que se trata de un derecho contemplado por la ley. Pero para la sociedad tucumana, es la prueba viva de que el horror no siempre queda tras las rejas.

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