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sábado, octubre 25, 2025
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Una noche que dolió: Atlético Tucumán perdió más que un partido en el José Fierro

El clima se rompió incluso antes del pitazo inicial. La relación entre los jugadores de Atlético Tucumán y su gente, tantas veces sostenida por el orgullo y el sentido de pertenencia, vivió una de sus noches más tensas en el Monumental José Fierro. La derrota por 2-1 ante San Lorenzo fue apenas la consecuencia visible de una fractura emocional que ya se había hecho evidente en la previa.

Los primeros indicios de conflicto aparecieron horas antes del encuentro, cuando se conoció que el plantel había decidido no concentrar por una deuda con la dirigencia. La noticia cayó como una bomba entre los hinchas. “Los premios que se deben son de tres partidos: Talleres, River y Platense. Esos montos se abonarán pronto”, explicó el vicepresidente primero Ignacio Golobisky, intentando apagar el incendio. Pero el malestar ya se había instalado, y muchos simpatizantes interpretaron la medida como una señal de desinterés.

El enojo se hizo sentir desde temprano. Cuando los jugadores salieron al precalentamiento, los silbidos fueron la banda sonora del estadio. El mensaje era claro: la deuda no podía ser excusa. La tensión llegó a su punto máximo cuando el equipo ingresó al campo. Desde las plateas, decenas de billetes falsos comenzaron a volar hacia el césped, mientras desde las tribunas se escuchaba el cántico: “La camiseta del ‘Deca’ se tiene que transpirar”. Las cámaras captaron al técnico Lucas Pusineri recogiendo algunos de esos billetes, una imagen que resumió el caos emocional que atravesaba la noche.

Entre reproches y gestos de desaprobación, una bandera intentó rescatar el espíritu decano: “Ponerse la camiseta de Atlético Tucumán es solo comparable con el abrazo de un padre”, rezaba la frase del histórico Luis “Correcaminos” Reartez.

Atlético arrancó con ímpetu y el gol de Marcelo Ortiz a los 10 minutos encendió una chispa de esperanza. Pero esa ilusión se apagó pronto. Al final del primer tiempo, la tensión explotó: Leandro “Loco” Díaz se cruzó con un grupo de hinchas que lo insultaban desde la platea. Gesticuló con furia y tuvo que ser contenido por sus compañeros. La escena, registrada por las cámaras, se viralizó en minutos.

El segundo tiempo solo profundizó el malestar. Con el 2-1 en contra, el estadio entero estalló en un canto unánime: “Jugadores, la camiseta se tiene que transpirar”. No hubo distinción de sectores ni excusas posibles.

Tras el pitazo final, la tensión volvió a escalar. Díaz se acercó otra vez a discutir con los hinchas, pegado al vidrio que separa la cancha de la tribuna. Un efectivo de seguridad estuvo a punto de abrir la puerta, aunque finalmente intervino otro agente y evitó que la situación pasara a mayores.

En los pasillos del estadio, el ambiente era de frustración y enojo. Hubo empujones y discusiones que obligaron a la intervención policial. Fuera del José Fierro, los agentes custodiaban las salidas ante el clima cada vez más denso.

En conferencia de prensa, Pusineri buscó bajar el tono: “Son jugadores con sangre. Es entendible por el momento que vivimos. Ahora hay que calmar las aguas y volver a unir las partes”, expresó el técnico, visiblemente afectado.

Dentro del vestuario, reinó el silencio. Nadie habló. La derrota, los billetes y los insultos dejaron una herida profunda. Atlético Tucumán no solo perdió tres puntos: perdió algo más valioso, la confianza de su gente. En un club donde la entrega siempre fue bandera, el gesto de tirar billetes simbolizó un divorcio que Pusineri deberá intentar recomponer antes de que sea demasiado tarde.

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