La reciente elección del nuevo Papa ha despertado un fuerte eco en Tucumán, no solo por su rol espiritual en el mundo católico, sino porque su historia tiene un capítulo especial en esta provincia del norte argentino.
Hace 21 años, en 2004, el ahora Sumo Pontífice realizó una visita a los Valles Calchaquíes, dejando una huella imborrable en varias localidades tucumanas. “Estuvo en Amaicha del Valle, en Colalao del Valle y en Santa María. Conoció las ruinas de Quilmes y pasó por Cafayate”, relató el fraile Pablo Hernando, de la orden de San Agustín.
En ese entonces, su visita pasó casi desapercibida fuera del entorno religioso. Hoy, en cambio, cobra una relevancia histórica: el máximo representante de la Iglesia Católica caminó por tierras tucumanas, se empapó de la cultura local y compartió momentos con comunidades originarias.
La imagen de aquel peregrino que años después sería elegido Papa se resignifica y llena de orgullo a quienes lo recibieron en su paso por los Valles. La provincia, que lo vio llegar como un visitante más, hoy celebra que ese viajero humilde sea ahora el líder espiritual de millones en todo el mundo.